domingo, septiembre 26, 2010

"Leyendo y aprendiendo"

En cierta ocasión leyendo el libro de Éxodo, queriendo aprender un poco más del mismo, lo tomé por el principio, como se suele hacer cuando uno quiere entender la idea del libro o al menos tener un pantallazo de él, y traté de enfocarme en el mensaje y cómo Dios trabajó con Moisés. Al llegar al capítulo 4, un capítulo que es bastante conocido, pero que aún así había algo escondido y por descubrir. Leyendo el relato iba, como quien dice, haciendo la “vista gorda”, hasta que me encontré con los versos 24-26. ¿Cómo que el Señor quiso matar a Moisés? ¿No lo había elegido hacía unos días atrás para que fuera él quien dirigiera al pueblo hacia la liberación? Además surgen otras preguntas, ¿por qué Dios le salió al encuentro? ¿Vino Dios a tomarse venganza por el egipcio que Moisés había matado años atrás? ¿A qué se debió que Séfora reaccionara de esa manera? Y bueno, muchas preguntas más que pueden surgir en tu mente. Lo que voy a tratar de lograr en tu cabeza es despertar el interés de poder investigar más la Palabra de Dios, para que puedas descubrir las grandes riquezas que hay en ella.

Primero me gustaría que podamos limitar nuestro texto para que de esta manera logremos tener un objetivo específico y centrarnos más que nada en el mismo. El contexto del mismo nos habla de Moisés yendo a su suegro avisándole, o pidiendo permiso (no es el tema en cuestión), que iba a regresar a Egipto para de esta manera poder visitar a sus hermanos allí. Luego de que el Señor se le apareciera haciéndole la petición de que fuera delante del Faraón, él toma a su familia, y con el consentimiento de Jetro, emprende camino a Egipto. Y ahora nos encontramos con los versos que me gustaría poder analizar. Es interesante ver como se produce un corte en el relato del regreso, para mostrarnos que fue lo que le ocurrió de camino a Moisés. Leemos lo siguiente en los versos 24 al 26: “Y aconteció que en una posada en el camino, el SEÑOR le salió al encuentro y quiso matarlo. Entonces Séfora tomó un pedernal, cortó el prepucio de su hijo y lo echó a los pies de Moisés, y dijo: Tú eres, ciertamente, un esposo de sangre para mí. Y Dios lo dejó. Ella había dicho entonces: Eres esposo de sangre, a causa de la circuncisión”. Cuando leí con detenimiento, la primera vez me causó impresión, pero gracias a Dios dicha impresión ahora me llevó a poder investigar un poco más sobre el tema y poder compartir con todos los maravillosos tesoros que el Señor tiene para cada uno de nosotros en su Palabra.

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